Vale más vivir y morir de una vez, que no languidecer cada día en nuestra habitación bajo el pretexto de preservarnos.
La vida pasa y el ser, como la bellota, como el niño, o a veces como el adulto, no advierte ese movimiento, ni lo impulsa ni lo estorba.
Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir.
La vida no es en sí ni un bien ni un mal, sino el lugar del bien o del mal, según que el hombre practique lo uno o lo otro.
¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?
La vida es la fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee así como la unión del alma y del cuerpo. Es la conducta o método de vivir con relación a las acciones de los seres racionales. Científicamente, podría definirse como la capacidad de administrar los recursos internos de un ser físico de forma adaptada a los cambios producidos en su medio, sin que exista una correspondencia directa de causa y efecto entre el ser que administra los recursos y el cambio introducido en el medio por ese ser, sino una asíntota de aproximación al ideal establecido por dicho ser, ideal que nunca llega a su consecución completa por la dinámica del medio.