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Si el individuo soberano posee el derecho absoluto a disponer de su persona y de su propiedad como mejor le parezca, entonces naturalmente él también posee el derecho a defenderlas. El individuo posee el derecho a la libre defensa.
Me encanta el hecho de que un hombre posee algo que una mujer nunca puede entender, porque no tenemos la experiencia de ella y que la mujer posee algo que el hombre no entiende, porque sólo ella posee.
La concepción estática hasta ahora dominante llevaba inexorablemente a presuponer que en cierto sentido los recursos estaban dados y eran conocidos, por lo que el problema económico de su distribución se consideraba distinto e independiente del que planteaba la producción de los mismos. En efecto, si los recursos están dados, posee excepcional importancia el cómo habrán de distribuirse entre los diferentes seres humanos tanto los medios de producción como el resultado de los diferentes procesos productivos. Todo este planteamiento ha sido demolido por la nueva concepción dinámica de los procesos de mercado y por la nueva teoría económica de la función empresarial. Ésta ha puesto de manifiesto que todo ser humano posee una innata capacidad creativa que le permite apreciar y descubrir las oportunidades de ganancia que surgen en su entorno, actuando en consecuencia para aprovecharlas. Consiste, por tanto, la empresarialidad en la capacidad típicamente humana para crear y descubrir continuamente nuevos fines y medios. Desde esta concepción, los recursos no están dados, sino que tanto los fines como los medios son continuamente ideados y concebidos ex-novo por los empresarios, siempre deseosos de alcanzar nuevos objetivos que ellos descubren que tienen un mayor valor. Y si los fines, los medios y los recursos no están dados, sino que continuamente están creándose de la nada por parte de la acción empresarial del ser humano, es claro que el planteamiento ético fundamental deja de consistir en cómo distribuir equitativamente "lo existente", pasando, más bien, a concebirse como la manera más conforme a la naturaleza humana de fomentar la creatividad.
La fuerza es tan implacable con el hombre que la posee, o cree que lo hace, como lo es para las víctimas, y la segunda se aplasta, lo primero que embriaga. La verdad es que nadie lo posee.
El hombre no posee el poder de crear vida. No posee tampoco, por consiguiente, el derecho a destruirla.
Si pudiera escoger de entre las grandes obras de arte, escogería por mucho a la mujer, pero a aquella mujer que posee mi corazón.
El axioma básico de la teoría política libertaria postula que cada hombre es dueño de sí mismo, en posesión de soberanía absoluta sobre su propio cuerpo. En efecto, esto significa que nadie puede invadir o agredir justamente el cuerpo de otra persona. Se sigue entonces que cada persona posee justamente cualquier recurso, previamente sin dueño, de la que esta se apropie o que “mezcle con su trabajo”. A partir de estos axiomas gemelos –Propiedad sobre sí mismo y la apropiación originaria– se construye la justificación para el sistema entero de títulos de propiedad en una sociedad de libre mercado. Este sistema establece el derecho de cada persona a su propia persona, el derecho a donar, dar en herencia (y consecuentemente el derecho a heredar) y el derecho al intercambio contractual de títulos de propiedad.
Desafortunadamente no es muy bien comprendido que de la misma manera que el estado no tiene dinero propio, tampoco posee poder propio. Todo el poder que tiene es el que le ha dado la sociedad, más lo que de vez en cuando confisca bajo uno u otro pretexto. No existe otra fuente de la que el estado pueda extraer poder. Por lo tanto, cada apropiación de poder estatal, ya sea voluntaria o confiscatoria, deja a la sociedad con tanto menos poder. Nunca hay ni podrá haber ningún fortalecimiento del poder del estado, sin una correspondiente y prácticamente equivalente disminución del poder social.
Lo glorioso de la raza humana es que cada persona es única, el hecho de que toda persona, aunque similar de muchas formas a otros, posee una personalidad propia completamente individualizada.
Es el buen gusto, y solo el buen gusto, el que posee el poder de esterilizar y es siempre el primer handicap para cualquier funcionamiento creativo.
Amor no da nada, pero sí toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído; porque el amor es suficiente para el amor.
El que está en el amor es sabio y es cada vez más sabio, ve nuevamente cada vez que se ve en el objeto amado, extrayendo de ella con sus ojos y su mente aquellas virtudes que posee.
Eso significa que todo ser humano - sin distinción de sexo, edad, raza, color de piel, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social - posee una dignidad inalienable e intocable.
¡Oh, cuán grande es la paz y la tranquilidad que se posee, que debe cortar toda la ansiedad vana y poner toda su confianza en Dios.
Un abogado sin literatura o historia es un mecánico, un mero trabajo de albañil, si posee algún conocimiento de ellos, puede aventurarse a llamarse a sí mismo un arquitecto.
Fácilmente se admitió que un título otorgado por una universidad, debe ser un compromiso de la opinión pública que el que sostiene que posee una cierta cantidad de conocimiento.
Con el fin de la existencia de un ministerio en la Iglesia tal, no es necesaria una autoridad recibida de Dios, y por consiguiente, el poder y el conocimiento impartido por Dios para el ejercicio de este ministerio, y cuando un hombre posee estos, aunque el bis.
De acuerdo a la cultura Inuit en Groenlandia, una persona posee seis o siete almas. Las almas tienen la forma de pequeñas personas repartidas por todo el cuerpo.