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Los líderes no nacen se hacen. Y ellos se preparan igual que cualquier otra cosa, a través del trabajo duro. Y ese es el precio que tendremos que pagar para alcanzar esa meta, o cualquier meta.
La tragedia de la vida no consiste en no alcanzar su meta. La tragedia radica en que no tiene meta de alcanzar.
Hay que tener en cuenta que la tragedia de la vida no consiste en no alcanzar su meta. La tragedia de la vida radica en que no tiene meta de alcanzar.
Es un principio paradójico pero profundamente verdadero e importante de la vida que la forma más probable de alcanzar una meta es que no apunta en esa misma meta, pero en algún objetivo más ambicioso, más allá de ella.
Hemos olvidado que nuestra única meta es vivir y que vivir lo hacemos cada día y que en todas las horas de la jornada alcanzamos nuestras verdadera meta si vivimos... Los días son frutos y nuestro papel es comerlos.
Un deseo presupone la posibilidad de actuar para lograrlo; actuar presupone una meta que valga la pena alcanzar.
La meta hacia la cual el principio del placer nos impulsa -de llegar a ser felices- no es posible: sin embargo, no podríamos -o mejor dicho, no podemos- renunciar a los esfuerzos para llegar más cerca a la realización de la misma por un medio u otro.
La no-violencia conduce a la más alta ética, lo cual es la meta de toda evolución. Hasta que no dejemos de dañar a los demás seres vivos, seremos aún salvajes.
Si hay sueños acerca de una bella Sudáfrica, también hay caminos que conducen a su meta. Dos de estos caminos podrían ser llamados bondad y perdón.
Mi agente me dijo hace cinco años, 'Hugh, puedo ver que un día... si tuviera que planificar una meta para ti, lo planificaría pensando en el tipo de carrera que Sinatra tuvo".
Sabe lo que quieres hacer, mantén el pensamiento firmemente, y haz todos los días lo que se debe hacer, y cada puesta de sol la verás mucho más cerca de tu meta.
El amor es el flujo inmortal de energía que nutre, se extiende y conserva. Su meta es la vida eterna.
El orgullo es la respuesta a la capacidad personal de alcanzar valores, el placer que se obtiene de la propia eficacia. Y es eso lo que los místicos consideran malvado. Pero si el estado moral adecuado para el hombre es la duda, la inseguridad, el miedo, y no la confianza, la seguridad en sí mismo y la autoestima; si su meta ha de ser el sentimiento de culpa en lugar del orgullo, entonces su ideal moral es una mente enferma y los neuróticos y psicópatas son los máximos exponentes de la moral, mientras que los que piensan y los que logran sus objetivos son los pecadores, aquellos demasiado corruptos y arrogantes para encontrar la virtud y el bienestar psicológico en la creencia de que son inadecuados para existir. La humildad es, necesariamente, la virtud básica de una moralidad mística, la única posible para quienes han renunciado a la mente. El orgullo debe ser ganado; es la recompensa al esfuerzo y al logro. Pero para alcanzar la virtud de la humildad sólo es necesario abstenerse de pensar; no se requiere otra cosa, y uno no tardará en sentirse humilde.
Cada meta, cada acción, cada pensamiento, cada sentimiento que se experimenta, si se conoce, consciente o inconscientemente, es un intento de aumentar nuestro nivel de tranquilidad.
Si nos ocupamos de la empresa y mantener nuestros ojos en la línea de meta, el precio de las acciones se hará cargo de sí mismo.