Frases de Miguel de Cervantes

Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.

De las miserias suele ser alivio una compañía.

Los delitos llevan a las espaldas el castigo.

El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.

Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.

Lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir.

Andan el pesar y el placer tan apareados que es simple el triste que se desespera y el alegre que se confía.

Mientras se gana algo no se pierde nada.

La mujer ha de ser dueña, y parecerlo, que es más.

La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde.

No hay cosa más excusada y aun perdida que el contar el miserable sus desdichas a quien tiene el pecho colmado de contentos.

El agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras.

La abundancia de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.

No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.

Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba.

El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa.

Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.

En la tardanza dicen que suele estar el peligro.

Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.

La ingratitud es hija de la soberbia.

La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso.

Sobre el cimiento de la necedad, no asienta ningún discreto oficio.

¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?

Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.

Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma.