Frases de Thomas Carlyle

Toda obra es deleznable, sólo su ejecución no lo es.

Trae el hombre reclusa en el alma una eternidad, y algo puede aprender el hombre en esta eternidad con respecto a la esencia de su alma misma.

La contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad.

Aún en tus ocupaciones habituales trata siquiera por un día de guardar el secreto de aquello que intentas y a la mañana siguiente verás con mayor claridad tus ideas.

Toda noble empresa parece al principio imposible.

El único deber del hombre es andar siempre adelante.

El universo no es sino un vasto símbolo de Dios.

Tarea delicada la de apaciguar muchedumbres, porque hacer mucho puede ser tan funesto como no hacer nada.

La corona de la verdadera nobleza es una corona de espinas.

El hombre ha nacido para luchar, y es como se le define mejor diciendo que es un guerrero nato y que su vida desde el principio al fin no es sino una batalla.

La verdadera nobleza consiste en saber valerosamente sufrir por los demás y no permitir que los demás sufran por nosotros.

A menudo los grandes son desconocidos o peor, mal conocidos.

El hablar que no termina en acción, mejor suprimirlo.

Sólo hay dos medios de pagar las deudas: por el trabajo y por el ahorro.

El silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes.

Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos en que vive, pues esto no le servirá de nada. En cambio, en su poder está siempre mejorarlos.

¡Cuántas cosas hay en una risotada! Es la clave secreta con que se descifra un hombre entero.

De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.

Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate.

Siempre hay un lugar en las cumbres para el hombre valiente y esforzado.

El sarcasmo es el lenguaje del diablo.

La virilidad empieza cuando hemos aprendido a vivir en la necesidad.

Un cuerpo sano es cosa buena; pero un alma sana vale más que todo lo que el hombre pueda desear; un alma sana es lo más hermoso que el cielo pueda concedernos para hacer feliz esta pobre tierra nuestra.

El inventor de una máquina puede estar seguro de que será recompensado en vida; pero el autor de un gran poema, así como el apóstol de una verdadera religión, han de estar casi seguros de todo lo contrario.

De la conquista podemos decir que no se ha producido jamás por la fuerza y la imposición brutal, pues no dura una conquista de esta naturaleza. La conquista, lo mismo que el poder de imposición, ha de aportar, cosa esencial en toda sociedad humana, algún beneficio consigo, o bien los hombres con toda su fuerza la rechazarán.