Frases de Jules Renard

De nada sirve morir. Hay que hacerlo a tiempo.

A menos que haya complicaciones, está a punto de morir.

Si de una discusión pudiese salir la menor verdad, se discutiría menos.

Me divierten las gentes que quieren seguir unas reglas, porque en la vida no hay más que lo excepcional.

A la sombra de un hombre célebre hay siempre una mujer que sufre.

Hay personas que no saben perder su tiempo solas y se convierten en el flagelo de las personas que trabajan.

La vejez existe cuando se empieza a decir: nunca me he sentido tan joven.

El proyecto es el borrador del futuro. A veces, el futuro necesita cientos de borradores.

Lo que distingue al hombre de los otros animales son las preocupaciones financieras.

El único hombre que es realmente libre es aquel que puede rechazar una invitación a comer sin dar una excusa.

La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado.

Estupidez humana. Humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres.

Cuando se es feliz, queda mucho por hacer: consolar a los demás.

Hay momentos en los que todo va bien: no te asustes, no duran.

No soy sincero, incluso cuando digo que no lo soy.

¿Qué es nuestra imaginación comparada con la de un niño que intenta hacer un ferrocarril con espárragos?

El ingenio quizás es al talento lo que el instinto a la razón.

Todo es bello, o tiene su belleza. Hay que hablar de un cerdo como de una flor.

El sabio generaliza; el artista individualiza.

Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener.

En arte, no hacer nada como los otros; en moral hacer como todo el mundo.

Un hermoso verso tiene doce pies, y dos alas.

El hombre que espera pato asado para volar en la boca tiene que esperar mucho, mucho tiempo.

Desconozco si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera.

Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor.