Frases de Voltaire

Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado.

La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio.

Lo maravilloso de la guerra es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invocar solemnemente a Dios antes de lanzarse a exterminar a su prójimo.

Debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo.

Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.

La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara.

Todos los hombres tienen iguales derechos a la libertad, a su prosperidad y a la protección de las leyes.

Las mujeres son como las veletas: sólo se quedan quietas cuando se oxidan.

Cuando se trata de dinero todos somos de la misma religión.

El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil.

Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo.

Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir escribiéndolo.

Una mujer amablemente estúpida es una bendición del cielo.

La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.

Decimos una necedad y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola.

La dicha no es más que sueño, y el dolor la realidad.

Aquel que es demasiado pequeño tiene un orgullo grande.

Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y la ambición.

El secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo.

La providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

La esperanza es una virtud cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los curas nos prometen a cambio de nuestro dinero.

Siempre la felicidad nos espera en algún sitio, pero a condición de que no vayamos a buscarla.

Quien se venga después de la victoria es indigno de vencer.

Conviene siempre esforzarse más en ser interesante que exacto; porque el espectador lo perdona todo menos el sopor.

El verdadero valor consiste en saber sufrir.