Frases de Joseph Joubert

Es mejor debatir una cuestión sin resolverla, que resolver una cuestión sin debatirla.

El placer no es sino la felicidad de una parte del cuerpo.

La ternura es el reposo de la pasión.

El objeto de toda discusión no debe ser el triunfo, sino el progreso.

El motivo no existe siempre para ser alcanzado, sino para servir de punto de mira.

Es preciso considerar el pasado con respeto y el presente con desconfianza si se pretende asegurar el porvenir.

Los niños necesitan más de modelos que de críticos.

Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda.

Las mejores leyes nacen de las costumbres.

El dinero es un estiércol estupendo como abono, lo malo es que muchos lo toman por la cosecha.

Solamente el hombre religioso es siempre el mismo. Porque su Dios no cambia.

El genio comienza las grandes obras, pero sólo el trabajo las acaba.

Libertad moral es la única libertad verdaderamente importante.

Un hombre sin defectos es un tonto o un hipócrita del que debemos desconfiar.

La mediocridad es lo excelente para los mediocres.

Lo que sorprende, sorprende una vez, pero lo que es admirable lo es más cuanto más se admira.

El que tiene imaginación sin instrucción tiene alas sin pies.

La abeja y la avispa liban las mismas flores; pero no logran la misma miel.

El mejor remedio para un mal genio es una larga caminata.

Es fácil de entender a Dios, siempre y cuando no se trate de explicarle.

La razón puede advertirnos sobre lo que conviene evitar; sólo el corazón nos dice lo que es preciso hacer.

Cuando se ama es el corazón quien juzga.

No hay que elegir por esposa sino a la mujer que uno elegiría por amigo si fuera hombre.

Aquellos que nunca se retrae sus opiniones aman a sí mismos más de lo que aman la verdad.

¿Quién no tiene opiniones fijas no tiene sentimientos constantes.