Frases de Albert Camus

La sociedad basada en la producción sólo es productiva, no creativa.

Es normal regalar un poco de tu vida, para no perderla toda.

La estupidez tiene el don de salirse con la suya.

Para conocerse, uno debe afirmarse.

Algunas personas hablan mientras duermen. Los profesores hablan mientras los demás duermen.

Existe lo bueno y lo malo, lo grande y lo bajo, lo justo y lo injusto. Te juro que todo esto nunca va a cambiar.

En cualquier esquina de la calle el sentimiento de la absurdidad puede afectar a cualquier hombre.

Todas las revoluciones modernas han concluido en un reforzamiento del poder del Estado.

Los hombres son convencidos por tus argumentos, tu sinceridad y la seriedad de tus esfuerzos sólo cuando mueres.

El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es.

La libertad no es más que una oportunidad de ser mejor.

Los mártires, amigo mío, tienen que elegir entre ser olvidados, burlados o usados. En cuanto a ser entendidos -nunca sucede.

Sin trabajo, toda la vida se pudre. Pero cuando el trabajo no tiene alma, la vida se ahoga y muere.

Sin libertad, no hay arte; el arte vive sólo de las restricciones que se impone a sí mismo, y muere de todas las demás.

La necesidad de tener razón es signo de una mente vulgar.

¿Qué es un rebelde? Un hombre que dice no.

Para ser feliz no hay que preocuparse demasiado por los demás.

No son tus cuadros lo que me gusta, es tu pintura.

Para corregir una natural indiferencia me situé a medio camino entre la miseria y el sol. La miseria me impidió creer que todo estaba bien debajo del sol, y el sol me enseñó que la historia no lo era todo.

Los que carecen de valentía, siempre encontrarán una filosofía para justificarla.

Sólo hay un problema filosófico verdaderamente serio y ese es el suicidio.

La integridad no tiene necesidad de reglas.

Ah, mon cher, para cualquier persona que está sola, sin Dios y sin amo, el peso de los días es terrible.

Solíamos preguntarnos dónde vivía la guerra, qué fue lo que la hizo tan vil. Y ahora nos damos cuenta de que sabemos dónde vive... dentro de nosotros mismos.

Durante siglos, la pena de muerte, a menudo acompañada de bárbaros refinamientos, ha estado tratando de mantener a raya la delincuencia; sin embargo la delincuencia persiste. ¿Por qué? Debido a que los instintos que están en conflicto en el hombre no son, como afirma la ley, fuerzas constantes en un estado de equilibrio.