Cada sureño, creo yo, conoce a gente como Bill Clinton, tal vez no es tan inteligente y tal vez no es tan liberal, sino una especie de contento-entrega, country-club yuppie sureño. El problema es que no tenemos las etiquetas de los sureños de clase media.
El progreso de la medicina nos depara el fin de aquella época liberal en la que el hombre aún podía morirse de lo que quería.
Hay ocasiones en que un gobierno debe ser liberal y otras en que debe ser dictatorial: aquí todo cambia y no hay eternidad.