Justo antes de el nacimiento de mi hijo pequeño, mi mente cedió y mi hijo nació en el asilo para dementes en Stockton, California. Mi hijo fue enterrado allí.
La mente no es más que demasiado naturalmente propensos a placer, pero con demasiada facilidad cedió a la disipación.
Este miserable cerebro cedió, y me convertí en un accidente en el guiado al azar, sin un atisbo de la razón o el cielo.
Mirando hacia atrás, una de las cosas que más me gusta de mi mamá era que nunca, jamás cedió. Ella se pegó a sus armas hasta el mismo final. Ella no era abusivo, pero ella nunca fue tan emocionado que yo era gay.