El tormento de las precauciones a menudo excede los peligros que deben evitarse. A veces es mejor abandonarse a sí mismo al destino.
No hace falta decir que el deseo de cumplir la tarea con más confianza, para evitar pérdidas de tiempo y mano de obra, y de sobra nuestros animales de experimentación tanto como sea posible, nos hizo observar estrictamente todas las precauciones tomadas por los cirujanos en el respeto a sus pacientes.
Nuestros errores no son seguramente las cosas terriblemente solemnes. En un mundo en el que estamos tan seguros de que incurrir en ellos, a pesar de todas nuestras precauciones, una cierta ligereza de corazón parece saludable que este exceso de nerviosismo en su nombre.