Una buena margarita, un buen vino tinto, me gusta el alcohol caro, pero no mucho de eso. No me gusta que vomitar.
Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros.