¡Ay de nosotros si tenemos nuestra satisfacción de los alimentos en la cocina y la televisión en la sala y el sexo en el dormitorio con un homenaje de vez en cuando a los bloques de cemento en el sótano!
El cemento armado es una musa honesta y útil, y quizá en manos de un arquitecto genial sería admirable; pero cuando se desmanda y se siente atrevida, como una cocinera lanzada a cupletista, hace tales horrores, que habría que sujetarla y llevarla a la cárcel.