Frases de Kahlil Gibran

De los dos principales premios de la vida, la belleza y la verdad, me encontré con la primera de un corazón amoroso y la segunda en la mano de un trabajador.

Ningún hombre puede revelarte nada más que lo que ya está medio dormido en el amanecer de tu conocimiento.

La mayoría de las personas que piden consejo a otros ya saben qué decisión van a tomar.

Más de una doctrina es como un cristal de ventana. Vemos la verdad a través de él, pero nos separa de la verdad.

El amor... rodea a cada ser y se extiende lentamente para abrazar todo lo que será.

El amor no posee ni es poseído, porque el amor es suficiente para amar.

El amor es felicidad temblorosa.

El amor y la duda nunca han hablado el mismo idioma.

La vida sin amor es como un árbol sin flores o frutas.

La vida sin libertad es como un cuerpo sin espíritu.

Que no haya ningún propósito en la amistad más que la profundización del espíritu.

El conocimiento de uno mismo es la madre de todo conocimiento. Por lo tanto, me corresponde a mí saber de mí, para conocerme por completo, para conocer mis pormenores, mis características, mis sutilezas y mis átomos.

Quiero alejarme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños.

Si tu corazón es un volcán, ¿cómo esperas que florezcan flores?

Si revelas tus secretos al viento, no culpes al viento por revelarlos a los árboles.

Si amas a alguien, deja que se vaya. Si vuelve, significa que siempre fue tuyo. Y si no regresa, nunca lo fue.

Si no puedes trabajar con amor sino solamente con disgusto, es mejor que dejes tu trabajo.

Si otra persona te hace daño, podrás olvidarte del daño; pero si tú le haces daño, lo recordarás para siempre.

Si el abuelo del abuelo de Jesús hubiera sabido lo que estaba oculto dentro de él, se habría mantenido humilde y sobrecogido ante su alma.

Yo prefiero ser un soñador entre los más humildes, con visiones que se realizan, que un señor entre los que no tienen ni sueños ni deseos.

Me encanta cuando te inclinas en tu mezquita, de rodillas en el templo, y oras en tu Iglesia. Ambos somos hijos de una religión, y esa es el espíritu.

He aprendido silencio del hablador, tolerancia de la intolerancia, y bondad del cruel; y, sin embargo, extrañamente, soy ingrato con estos profesores.

Yo existo desde la eternidad y, he aquí que yo estoy aquí; y voy a continuar existiendo hasta el fin de los tiempos. Para mi, el ser no tiene fin.

La generosidad te da más de lo que puede, y el orgullo te quita menos de lo que necesita.

La amistad es siempre una dulce responsabilidad, nunca una oportunidad.