Frases de Friedrich Nietzsche

Una mujer puede muy bien formar una amistad con un hombre, pero para que esto perdure, debe ser asistido por un poco de antipatía física.

Regocijo en nuestra alegría, y no sufrir más de nuestro sufrimiento, que hace a alguien un amigo.

El amor es ciego, la amistad cierra los ojos.

Hay una inocencia en la admiración, sino que se encuentra en aquellos a los que todavía no ha ocurrido nunca que ellos, también, pueden ser admirados algunos días.

La admiración por una cualidad o un arte puede ser tan fuerte que nos impide luchar para poseerla.

Dos grandes narcóticos europeos, el alcohol y el cristianismo.

Para utilizar las mismas palabras no es una garantía suficiente de comprensión, hay que utilizar las mismas palabras para el mismo género de la experiencia interior, en última instancia, uno debe tener las propias experiencias en común.

Carácter se determina más por la falta de ciertas experiencias que por los uno ha tenido.

La espiritualización de la sensualidad se llama amor: es un gran triunfo sobre el cristianismo.

El amor es un estado en el que un hombre ve las cosas más decididamente de lo que realmente son.

Los que eran vistos bailando se les consideraba locos por aquellos que no podían escuchar la música.

Matrimonio: La soledad de dos en compañía.

La diferencia entre Dios y yo es que yo existo.

El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.

El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros.

Donde no puedas amar, pasa de largo.

El amor no es consuelo. Es luz.

De momentos felices, que toda vida tiene, está hecho el destino de los hombres. Pero no de épocas felices.

Amo al que hace de su virtud su afán y fatal destino; pues por su virtud quiere seguir con vida y no quiere vivir más.

Nuestro destino ejerce su influencia sobre nosotros incluso cuanto todavía no hemos aprendido su naturaleza; nuestro futuro dicta las leyes de nuestra actualidad.

No es lícito querer devolver y restituir lo que el amor da: en el mar del amor debe estar ahogado todo instinto de restitución.

En la mayoría de los casos aún continúa siendo eficaz contra el amor el viejo remedio radical: el amor que responde al nuestro.

Qué sabe del amor quien no ha tenido que despreciar precisamente lo que más amaba.

En toda especie de amor femenino se transparenta también algo de amor maternal.

La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.