Todo lo que la tierra da y todo aquello que se llama felicidad sólo es un juguete de la suerte; lo que nosotros somos, eso sólo nos pertenece.
A todos pertenece lo que piensas; tuyo es sólo lo que sientes: si quieres hacerlo tuyo, siente a ese Dios en el que piensas.
La educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy.
Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad.
Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa cuenta con eso.