A pesar de todas las buenas artes sirven para llamar la mente del hombre alejado de los vicios y conducir hacia cosas mejores, esta función puede ser más plenamente realizado por este arte, que también proporciona placer extraordinario intelectual.
La Palabra de Dios está llena de tristes y graves consejo, llena del conocimiento de Dios, de ejemplos de virtudes y de la corrección de los vicios, de la final de esta vida y de la vida futura.
A medida que se reciben los errores más extravagantes entre los artículos establecidos de su fe, por lo que los vicios más infames obtenidos en su práctica, y se entregaban no sólo la impunidad, sino autorizados por la sanción de las leyes.
Sea en guerra con sus vicios, en paz con sus vecinos, y que cada año nuevo que encontrar un hombre mejor.
Hay un gran número de hombres de valor en la sociedad que no tienen nada que recomendar, pero los vicios de un profesional.
El que se entretiene con otras cosas además de la mejora de su propio ser se convierte en perplejidad en la oscuridad y enredados en la ruina. Sus espíritus malignos le sumergen profundamente en los vicios y crea sus malas acciones parecen guapo.
El gobierno es un mal, es sólo la irreflexión y los vicios de los hombres que lo hacen un mal necesario. Cuando todos los hombres son buenos y sabios, Gobierno de la propia decadencia.
Fronteras mal en bien, y los vicios son confundidos con virtudes, como el informe de las buenas cualidades es agradable para una mente bien dispuesta, por lo que la relación de lo contrario no debe ser ofensivo.
Ningún escritor además de Shakespeare ha creado personajes más memorables unidos a los vicios y virtudes. Incluso en sus personajes menos simpáticos, uno siente una especie de impotencia a la pasión temblando entre los polos del bien y del mal.
La acumulación de los números siempre aumenta las de algunas corrupciones morales medida, y las consecuencias para la salud de los vicios varios incidentes a la misma, son bien conocidos.
La naturaleza parece en el nacimiento de cada hombre que ha marcado los límites de sus virtudes y vicios, y han determinado lo bueno o lo malos que el hombre debe ser capaz de ser.
Naturaleza, que para el perfecto mantenimiento de las leyes de su equilibrio general, a veces se necesita de los vicios y de las virtudes a veces, inspira ahora este impulso, ya que uno, de acuerdo con lo que ella necesita.
Una parte de los hombres se enorgullecen de sus vicios y llevar a cabo su propósito, y muchos más oscilar entre hacer lo correcto y cumplir con lo que está mal.
Dado que el propósito de la comedia es corregir los vicios de los hombres, no veo ninguna razón por qué alguien debería estar exento.
Probablemente, el mayor daño causado por la vasta riqueza es el daño que de medios moderados hacer nosotros cuando dejamos que los vicios de la envidia y el odio entrar profundamente en nuestra propia naturaleza.
Ninguna empresa es preferible mal. Somos más propensos a atrapar a los vicios de los demás que las virtudes, como la enfermedad es mucho más contagiosa que la salud.
Tampoco es la menor ventaja a la salud, procedentes de esa forma de vida, que se exponen aquellos que la siguen a menos tentaciones de vicios, que las personas que viven en la sociedad llena de gente.
Hay que todas las noches nos llame para una cuenta: ¿qué enfermedad he aprendido hoy? lo que las pasiones se opusieron? lo resistieron la tentación? lo que adquiere la virtud? Nuestros vicios disminuirá por sí mismos si se llevaban cada día a la confesión.
No despreciemos a todos aquellos que tienen vicios, pero nosotros despreciamos a los que no tienen la virtud.
Un elemento de exageración se aferra a la resolución populares: grandes vicios se hacen mayores, grandes virtudes mayor también, interesantes incidentes se hacen más interesantes leyendas, más suave más suave.
La gente, en general, soporta mucho mejor que se hable de sus vicios y crímenes, que de sus fracasos y debilidades.
Yo no bebo, no fumo, no escucho la radio, no me drogo, como poco. Yo diría que mis únicos vicios son El Quijote, La divina comedia y no incurrir en la lectura de Enrique Larreta ni de Benavente.