La perplejidad de la vida surge de la existencia de demasiadas cosas interesantes para nosotros para interesarse adecuadamente en ninguno de ellos.
Los primeros momentos de sueño son una imagen de la muerte, un nebuloso apretones torpeza nuestros pensamientos y se hace imposible para nosotros determinar el instante exacto en que el 'yo', bajo otra forma, continúa la tarea de la existencia.
No sólo percibimos objetos y mantenemos pensamientos en nuestras mentes: todas nuestras percepciones y procesos de pensamiento se hacen sentir. Todos tienen un componente distintivo que anuncia un vínculo inequívoco entre las imágenes y la existencia de vida en nuestro organismo.
Si con la mente abierta que se lee y observa diligentemente y largo, y si, al hacerlo, una cubre un amplio campo y así cubrir refleja en términos de realismo, es probable que, tarde o temprano, a ser llevado a una repentina conciencia de que el hombre es un desconocido cantidad y su existencia insospechada.
He traído a mí mismo, por mucho la meditación, a la convicción de que un ser con un propósito establecido humana debe cumplirla, y que nada puede resistirse a una voluntad que arriesgar incluso la existencia a partir de su realización.
Que nos encontramos con un cristal o un hermoso medio de la amapola que estamos menos solos, que somos más profundamente insertado en la existencia que el curso de una sola vida nos llevaría a creer.
Es uno de los hechos más bellos de esta existencia humana de los nuestros, que nos recuerda la parte más temprana y más frescos de lo más vívidamente. Sin duda, se entiende que la infancia debe vivir en nosotros para siempre.
En resumen, no podemos crecer, no podemos lograr el descubrimiento auténtico, y nuestros ojos no pueden ser limpiados a las verdaderamente hermosas posibilidades de la vida, si nos limitamos a vivir una existencia neutral.
Una buena parte de los hombres no tiene más vida interior que la de sus palabras, y sus sentimientos se reducen a una existencia oral.
Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia.
Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.
La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.
El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro.
Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser.
Las vidas de los ricos son en el fondo tan aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos pueden escoger lo que ha de sucederles. Están aburridos porque son omnipotentes... La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos.
Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con el conocimiento, el sentido, de la maravillosa estructura de la existencia. Con el humilde intento de comprender aunque más no sea una porción diminuta de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.
No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.
Todas las criaturas se sienten o pueden sentirse satisfechas de sí mismos, excepto el hombre; lo que demuestra que su existencia no esta limitada a este mundo como la del resto de las cosas.
El suicida es el antípoda del mártir. El mártir es un hombre que se preocupa a tal punto por lo ajeno, que olvida su propia existencia. El suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general.