Ningún creyente verdadero puede ser intolerante o un perseguidor. Si yo fuera un juez y la ley permitiera la pena de muerte contra los ateos, me gustaría empezar por enviar a la hoguera a quien denunció a otro.
El secreto de este equipo son los jugadores. Les hago correr y que jueguen todos. Son muy buenos. Mucho trabajo. Cuando no corren les denuncio y como no les gusta, corren.
Ningún verdadero creyente puede ser intolerante o un perseguidor. Si yo fuera un juez y la ley con la pena de muerte a los ateos, me gustaría empezar por enviar a la hoguera a quien denunció otro.