Es cierto realismo consiste en la revelación de las cosas sorprendentes que la costumbre mantiene cubierto y nos impide ver.
Yo no analizo lo que estoy haciendo. He leído interpretaciones convincentes de mi trabajo, ya veces me he dado cuenta de algo que yo no era consciente, pero creo que, en este punto, la gente leía en mi trabajo por costumbre. O yo estoy muy, muy inteligente.
No siempre se han elegido los mejores líderes, sobre todo después de un largo período en el que no han utilizado este servicio de libre elección. Usted tiende a perder la costumbre.
Un hombre como un niño no es un hombre cuyo desarrollo se ha detenido, por el contrario, es un hombre que se ha entregado a sí mismo la oportunidad de seguir desarrollando cuando la mayoría de los adultos han ahogado a sí mismos en el capullo de la costumbre de mediana edad y de convenciones .
La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos.
Haz que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal.
La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto; apenas nos dignaríamos a mirar el arco iris si éste permaneciese por mucho tiempo en el horizonte.
La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
La metafísica es una sustituta de la costumbre, como fuente y garantía de los más altos valores morales y sociales; una filosofía renovada y restaurada por la filosofía cristiana de la Europa medieval.
El arte de vencer las grandes dificultades se estudia y adquiere con la costumbre de afrontar las pequeñas.
Cristina Trivulzio di Belgioioso
Al tratar del Estado debemos recordar que sus instituciones no son aborígenes, aunque existieran antes de que nosotros naciéramos; que no son superiores al ciudadano; que cada una de ellas ha sido el acto de un solo hombre, pues cada ley y cada costumbre ha sido particular; que todas ellas son imitables y alterables, y que nosotros las podemos hacer igualmente buenas o mejores.
Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.
Estas páginas accesorias con las que suele ser costumbre presentar las nuevas salidas de los libros, se agostan sobre la marcha y con ellas no valen vitaminas, ni testovirones, ni paños calientes.