Frases de Jacinto Benavente

Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas.

Nada prende tan pronto de unas almas en otras como esta simpatía de la risa.

Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas.

En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero.

Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.

En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.

Mucha buena gente que sería incapaz de robarnos el dinero, nos roba sin escrúpulo alguno el tiempo que necesitamos para ganarlo.

En cada niño nace la humanidad.

Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.

Bien sé que las mujeres aman, por lo regular, a quienes lo merecen menos. Es que las mujeres prefieren hacer limosnas a dar premios.

El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.

La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés.

Ningún vanidoso siente celos.

El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.

Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.

El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.

Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.

La felicidad es mejor imaginarla que tenerla.

Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!

El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.

Esperar es siempre temer.

No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos.

Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor.

El enemigo sólo empieza a ser temible cuando empieza a tener razón.

Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón.