Frases de Gilbert Keith Chesterton

La respuesta a cualquiera que hable de exceso de población es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si no lo es, cómo sabe que no lo es.

A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.

El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza.

El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida.

El lógico desequilibrado se afana por aclararlo todo y todo lo vuelve confuso, misterioso. El místico, en cambio, consiente en que algo sea misterioso para que todo lo demás resulte explicable.

La fatalidad no pesa sobre el hombre cada vez que hace algo; pero pesa sobre él, a menos que haga algo.

En todo aquello que vale la pena de tener, incluso en el placer, hay un punto de dolor o de tedio que ha de ser sobrevivido para que el placer pueda revivir y resistir.

La sumisión a un hombre débil es disciplina. La sumisión a un hombre fuerte es sólo servilismo.

La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.

Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.

La verdad psicológica fundamental no es que ningún hombre sea un héroe para su ayuda de cámara. La verdad psicológica fundamental, el fundamento del Cristianismo, es que ningún hombre puede ser un héroe para sí mismo.

Las vidas de los ricos son en el fondo tan aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos pueden escoger lo que ha de sucederles. Están aburridos porque son omnipotentes... La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos.

Entrar en el terreno de los hechos es entrar en el mundo de los límites. Las cosas pueden emanciparse de ciertas leyes accidentales o pegadizas, pero no pueden escapar a las leyes de su naturaleza. Se puede libertar a un tigre de su jaula, pero no de su piel manchada.

Es improcedente hablar de reforma sin hacer referencia a la forma.

Un joven puede guardarse del vicio pensando continuamente en la enfermedad. Puede guardarse de él pensando continuamente en la Virgen María. Podréis discutirme cuál de los dos métodos es más razonable, o hasta cuál es el más eficaz. Pero no puede haber discusión ninguna sobre cual es el más sano.

La habilidad moderna no consiste en esconder la emoción, sino en afectarla.

La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas.

La fantasía nunca arrastra a la locura; lo que arrastra a la locura es precisamente la razón. Los poetas no se vuelven locos, pero sí los jugadores de ajedrez.

Lo que se llama un vestido atrevido no es más que un vestido un poco más convencional que los demás.

No tiene importancia que maldigamos al vecino, siempre que no nos admiremos a nosotros mismos.

Las mujeres son siempre autoritarias: siempre están por encima o por debajo; por eso el matrimonio viene a ser una suerte de poético balancín.

La afirmación de que los mansos poseerán la tierra está muy lejos de ser una afirmación mansa.

Es posible que la frase dictadura del proletariado no tenga sentido alguno. Tanto valdría decir; la omnipotencia de los conductores de autobús. Es evidente que si un conductor fuese omnipotente, no conduciría un autobús.

Hay más simplicidad en el hombre que come caviar por impulso, que en el que como nueces por principio.

Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla.