Frases de Cicerón

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.

La ley no ha sido establecida por el ingenio de los hombres, ni por el mandamiento de los pueblos, sino que es algo eterno que rige el Universo con la sabiduría del imperar y del prohibir.

La salud del pueblo está en la supremacía de la ley.

El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes.

La ley es, pues, la distinción de las cosas justas e injustas, expresada con arreglo a aquella antiquísima y primera naturaleza de las cosas.

Si las leyes fueran constituidas por los hombres, o por las sentencias de los jueces, serían derechos matar, robar, adulterar, etcétera.

Cuando los tambores hablan, las leyes callan.

Para ser libres hay que ser esclavos de la ley.

La libertad sólo reside en los estados en los que el pueblo tiene el poder supremo.

Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe temerse.

¡Oh, dulce nombre de la libertad!

Me avergüenzo de esos filósofos que no quieren desterrar ningún vicio si no está castigado por el juez.

El egoísta se ama a sí mismo sin rivales.

La necedad es la madre de todos los males.

Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios.

La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral.

El recuerdo del mal pasado es alegre.

Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.

Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.

Es una necedad arrancarse los cabellos en los momentos de aflicción, como si ésta pudiera ser aliviada por la calvicie.

Hay que atender no sólo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo porque lo siente.

No entiendo por qué el que es dichoso busca mayor felicidad.

Las enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.

Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro.

Difícil es decir cuánto concilia los ánimos humanos la cortesía y la afabilidad al hablar.